Por: Stalin Montero
Aunque no era la intensión, al tratar de agazajar el mes en el que se celebra el Día Intenacional de la Mujer, preferí circunscribirme a recordar a tantas mujeres que al sonar del tic tac fueron dejando huellas con la tinta indeleble del sudor, la fuerza y en los peor de los casos, la muerte.
Es increíble ver como a través del tiempo la historia de la humanidad se ha entretejido en el marco de la violencia, el abuso desde unas personas para con otras y de manera muy lamentablemente, desde los hombres hacia las mujeres.
Una sociedad regida por un modelo patriarcal, lo cual si realmente existe un Dios en algún momento cambiará, ha puesto mucho énfasis en explotar a las descendientes de Eva y todo cuanto se parezca o realice la función que en nuestro planeta se ha asignado a ella.
Es doloroso ver como en el transcurrir de los millones de años que lleva nuestra especie, se han producido tantas barbaries y sigue siendo preocupante que tantas personas no tengan la posibilidad de expresarse libremente. Es aberrante pensar en que “a esta altura del juego” una inmensa cifra de seres humanas y humanos sigan siendo vetados de expresar sus sentimientos libremente.
Inaudito es pensar las razones por las que esto ocurre. Los intereses particulares del ortodoxismo religioso, de los sectores conservadores (en todas sus vertientes) y del modelo de masculinidad agresora que a diario se desgasta, ese que por tanto tiempo ha oprimido el sentir de la humanidad, en días no muy lejanos tendrá que desaparecer.
La traducción social de todo lo antes expuesto, se expresa en los casos que a diario hacen de “circo y pan”, esas horribles y lamentables desgracias de mujeres y demás seres vivos. El disfrute de esos “episodios” es una muestra palpable de la desaprensión de quienes al parecer siguen apostando a la destrucción humana.
Expresar el desacuerdo con la práctica de esos modos de relacionarse entre seres humanos, es un derecho que la libertad de expresión brinda a las ciudadanas y ciudadanos, pero atentar contra la integridad física, moral y emocional es un delito.
Finalmente, cuantificar la violencia de género y los abusos provocados por ella mediante los feminicidios, es ya una práctica de esa violencia. Además presentar como heroínas a las sobrevivientes de casos es un hecho loable, siempre y cuando no se utilice vagamente y como expresión clientelar.
Es necesario tomar cartas en el asunto con carácter inmediato, solo así se puede mostrar una real voluntad para la transformación de ese flagelo social hacia la prudencia, para así poder construir una sociedad basada en valores como la solidaridad, la justicia social y el amor.